Zangbeto es el nombre que se le otorga a los tradicionales guardianes nocturnos en la religión Yoruba de la República de Benín, anteriormente conocida como Dahomey, y de la República Togolesa, conocida comúnmente como Togo. Ambos países forman parte del África subsahariana. Lo más llamativo de estos guardianes o vigilantes nocturnos es que son muñecos vudú que cobran vida para hacer que se cumpla la ley.
Los Zangbetos son muy parecidos a otra deidad llamada Egúngún, ambos pertenecen al sistema de creencias Yoruba. Los Egúngún son la encarnación de los antepasados en un solo espíritu colectivo, estos son representados en figuras con trajes coloridos y tanto los Zangbetos como los Egúngún tienen máscaras que recubren sus rostros.
Los Zangbetos son fuertemente venerados, ya que estos cumplen el papel de policías espirituales que patrullan las calles cuidando a las personas, buscando criminales y presentándolos ante la comunidad para su debido castigo. La función principal de los Zangbetos, cuando fueron creados, era espantar a los enemigos, detectar ladrones o brujas, y mantener el orden en el pueblo Yoruba.
La religión Yoruba
La mitología yoruba está conformada por una rica diversidad de deidades, creencias y prácticas pertenecientes a las distintas variedades de la religión Yoruba de origen africano. Este sistema de creencias se ha difundido a lo largo del mundo, ocasionando el nacimiento de otras religiones, como la Oyotunji en los Estados Unidos, la Santería y el Lukumí en Cuba, el Candomblé, el Umbanda y el Batuque en Brasil.
Esta difusión se debió, principalmente, a que muchas personas pertenecientes a los pueblos yoruba africanos fueron llevadas como esclavas antes del siglo XX a regiones actualmente latinoamericanas y caribeñas (Cuba, República Dominicana, Puerto Rico, Brasil y Venezuela). La mitología yoruba es sólo una parte de la riqueza cultural, donde se incluyen canciones, historias (patakies) y otros conceptos que conforman esta amplia y antigua comunidad religiosa.
El sistema de creencias yoruba es politeísta, es decir, tienen un amplio panteón de deidades, entre diosas y muchos dioses u Orishas (nombre yoruba). Es común conocida la frase: “el muerto hace al santo”, y es que se considera que, antes de ser dioses, los Orishas eran seres humanos, los cuales fueron deificados después de sus muertes.
En este sentido se cree que los Zangbetos eran personas de carne y hueso que en la antigüedad se encargaban de la seguridad del pueblo yoruba, y debido a su excelente labor fueron convertidos en Orishas y, aún hoy en día, siguen cumpliendo con su trabajo.
Más allá de las máscaras
El cuerpo de los Zangbeto está conformado principalmente de paja u hojas secas pintadas de uno o de varios colores que se extienden desde la cabeza hasta los pies, por lo cual tiene una apariencia similar a la de robustos espantapájaros, mientras que la cara es una máscara generalmente de color negro con detalles de líneas o puntos blancos. Los Zangbetos son trajes generalmente muy llamativos y muy vistosos.
Los Zangbetos son capaces de entrar en trance lo cual, según la tradición, permite que sus cuerpos sean habitados por espíritus que poseen conocimientos específicos sobre las acciones de la gente del pueblo. Aunque estos supuestos muñecos de paja son capaces de moverse y bailar al ritmo de tambores, la leyenda Yoruba argumenta que los Zangbetos no son personas disfrazadas, sino espíritus nocturnos incorporados en esos trajes.
Mucho antes de que se estableciera un sistema de leyes y reglas en Benin o en Togo, los Zangbetos eran los policías quecuidaban las calles de estos países. Estos guardianes han sido y son capaces de proteger las calles debido a las habilidades mágicas que obtienen al entrar en trance. Se dice que sus poderes llegaron a ser tan grandes que eran capaces de espantar hasta las brujas más temibles y poderosas.
Se dice que durante el trance, los Zangbetos evocan poderes y conocimientos más antiguos que la misma raza humana, los cuales proveen sabiduría y longevidad a sus creyentes. La mayor duda que generan los Zangbetos es sobre la autonomía de sus movimientos. En la actualidad ha pasado a ser más que todo un ritual espectacular y de tradición, por lo que no se coloca nada o sólo se coloca una figura o imagen que represente a un ser venerado, pero nunca un ser vivo.