Sabemos que el mundo está lleno de personas con problemas mentales, unos más peligrosos que otros. Ed Gein fue un artesano peculiar. Lo que nunca dejará de sorprender a la humanidad son los crímenes que pueden resultar de aquellos que llevan su psico-patología a niveles de extrema crudeza y horror. Lo que la mente de estos individuos oculta son construcciones que ni en nuestras más terribles pesadillas podríamos recrear. El caso de Ed Gein lo demuestra.
Ed Gein, sus inicios
Edward Gein es considerado el peor psicópata de la historia de Estados Unidos. Antes de que sus crímenes fueran descubiertos, parecía totalmente inofensivo e incluso era considerado “el bicho raro” de Plainfield, un pequeño pueblo ubicado en Wisconsin. Sus vecinos lo caracterizaban como un “idiota”, era juzgado por sus comentarios sin sentido. Sin embargo, fue este extraño idiota quien transformó su granja en una especie de museo donde exhibía, para sí mismo, elementos hechos de partes humanas.
Sillas y lámparas cubiertas con piel humana, órganos refrigerados, cinturones hechos con pezones y calaveras en forma de tazones fueron algunos de los macabros objetos encontrados en la casa de Gein. Además, de una caja que dejó atónitos a los policías encargados de la inspección. Este empaque contenía todo tipo de restos humanos: cabezas decapitadas, dentaduras, cabello e innumerables calaveras. Además, las máscaras hechas de las caras de sus víctimas estaban por todos lados.
EL ERROR QUE LO ENVIÓ A LA CARCEL
De no ser por un pequeño error que lo dejó al descubierto, nunca nadie hubiese podido adivinar que Ed Gein se dedicada al extraño arte de asesinar y confeccionar objetos con los cadáveres de sus víctimas.
El 8 de Diciembre de 1854, se descubrió la desaparición de Mary Hogan, quien era propietaria de un pequeño bar en Plainfiel. En la investigación sólo se descubrieron rastros de sangre de la víctima en la taberna de cual era dueña. Éstos determinaron que Mary había sido asesinada y arrastrada hasta un auto que se encontraba estacionado cerca del lugar. Hasta ese momento, la muerte de esta mujer, permanecía como un completo misterio.
Tres años después de ese terrible suceso, Ed quería repetir la experiencia. Y la mañana del 16 de Noviembre se dirigió a la ferretería del pueblo, en donde, con un disparo fulminante, asesinó a la dueña del lugar. Luego de esto, procedió a llevar el cadáver de Benice Worden a su auto olvidándose de un detalle importante: él era la última persona anotada en el libro de compras del negocio. Un par de horas después, se procedió al arresto de Gein y una patrulla se dirigió a inspeccionar su granja. Lo que no sabían era que se dirigían directo a la casa del terror.
UNA INFANCIA MUY DIFÍCIL
Cuando los oficiales que realizaban las investigaciones pertinentes en la granja de Gein, supieron que aquella casa le pertenecía a una persona totalmente desequilibrada. Pues, fueron recibidos por un cadáver decapitado con unas brillantes vísceras afuera. Uno de los oficiales declaró que lucían “como si las hubieran lavado”. Con todas las contundentes pruebas encontradas en la granja, incluyendo los órganos de Mary Hogan congelados, se esperaba que este inusual asesino confesara más de dos crímenes. Sin embargo, su confesión fue aún más macabra.
Ed, con gran frialdad, confesó que sólo recordaba haber matado a Benice Worden. Y esto de manera muy confusa. Relató cómo la mayoría de sus piezas eran resultado de varias tumbas saqueadas por él. E incluso, confesó que muchas veces eran tumbas de personas que conocía y por eso las seleccionaba. La policía no tardó en comprobar que decía la verdad.
A pesar de que no recordaba muchas de las cosas que hacía, los psiquiatras en el caso descubrieron que su conducta provenía de su infancia. Su madre parecía ser la culpable número uno. Ed creció totalmente aislado de la sociedad gracias a ella. Augusta, madre de Gein, le inculcaba creencias extremistas. Se dice que era una mujer sumamente dominante y que el sexo representaba el más grande de los pecados para ella.
EL DESTINO DE LA CASA DEL TERROR
Cuando Ed Gein confesó fríamente todas las atrocidades que cometió, los médicos que lo entrevistaron no tuvieron otro remedio que enviarlo a un psiquiátrico. Fue declarado enfermo mental. Y a sus 77 años, luego de posicionarse como uno de los pacientes con mejor conducta en el sanatorio, murió de insuficiencia respiratoria.
En cuanto a su hogar, los vecinos no soportaron tener cerca a la casa donde ocurrieron tantos horrores. Por lo cual, tomaron la decisión de incendiarla. Lo único que quedó como prueba de los horrorosos crímenes de Ed, además de las fotos a los extraños objetos hechos de restos humanos, fue su camioneta. Inmediatamente, el vehículo se vendió en una subasta organizada por la policía. Una feria muy singular decidió comprarlo y exhibirlo con el siguiente letrero: “conozca la camioneta en donde fueron transportados los cadáveres de Ed Gein”.
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