Los casos de violencia, crueldad y asesinato suelen conmocionar al mundo. Infancia arruinada. Rara vez comprendemos por completo por qué algunas personas deciden cometer el acto atroz de quitar la vida. Menos comprensible resulta cuando quienes cometen asesinatos son niños. Es algo que escapa del entendimiento común, el hecho de que un individuo en edad “inocente” pueda atentar contra otra vida.
Usualmente la infancia es esa etapa llena de juegos, inocencia y travesuras, que lejos están de ser condenables. Es por eso que tradicionalmente la sociedad busca proteger a los niños. Sin embargo, los siniestros infantes asesinos a través de la historia han demostrado que muchas veces ante ellos también se necesita protección.
Los niños asesinos – Infancia arruinada
El caso de Jon Venables y Robert Thompson – Diez años de edad
En el año 1993, estos dos pequeños de apenas diez años demostraron estar llenos de una maldad nada esperable para su edad. Por razones desconocidas, un día decidieron faltar a la escuela e ir a un centro comercial. Hasta el momento bien podría tratarse de una travesura, sin embargo los acontecimientos dieron un vuelco impredecible cuando ambos decidieron secuestrar a un bebé de dos años.
Se dedicaron a golpearlo y torturarlo gravemente por horas, llegaron incluso a abusar sexualmente de él. Pusieron fin a sus macabros actos, golpeando al pequeño con una piedra y dejándolo en las vías de un tren para que su cadáver fuera destrozado. Nadie sabe cuáles pudieron ser las motivaciones de estos niños para su siniestro proceder. Fueron condenados a prisión hasta que cumplieran 21 años.
El caso de Mary Bell – 11 años de edad
Mary Bell fue una niña que siempre demostró comportamientos inusuales. Sin embargo, nadie pudo prever sus macabras intenciones cuando repentinamente golpeó, torturó y asesinó con crueldad a dos niños que apenas contaban con tres y cuatro años de edad, respectivamente.
Tras ser capturada, no demostró ningún tipo de arrepentimiento y fue condenada a prisión hasta sus 23 años. Demostró su oscuro carácter al afirmar que “el asesinato no es tan malo: igual todos vamos a morir en algún momento”.
El caso Jasmine Richardson – 12 años
Jasmine entró a la pubertad tomando la peor de las decisiones. Cuando sus padres le prohibieron seguirse viendo con su novio de 23 años, conjuntamente con su pareja decidió matarlos. Llevó a cabo su macabra tarea con éxito, quitándole la vida también a su hermana de apenas ocho años de edad. Fue condenada a diez años de prisión y a cuatro años en una institución psiquiátrica para tratar sus desequilibrios mentales.
El caso de Christian Fernández – 12 años
La tragedia marcó la vida de este niño desde sus inicios, puesto que fue concebido producto de una violación. Tuvo una infancia muy dura e incluso fue testigo del suicidio de su padrastro. Comenzó a demostrar conductas inapropiadas y a matar animales. En 2011, llegó a la cúspide de la maldad cuando mató a uno de sus hermanos menores y al otro no sólo lo asesinó, sino que también lo violó.
El caso de Eric Smith – 13 años
Este niño era constantemente molestado por sus compañeros por su aspecto físico y una malformación en sus orejas. Este acoso prolongado llenó a Eric de ira y conflictos internos. En 1993, golpeó, asfixió, sodomizó y asesinó a un niño de cuatro años. Por su despiadado acto, fue juzgado como adulto y recibió una condena de cadena perpetua.
El caso de George Stinney – 14 años
En 1944, George pasó a ser la persona más joven condenada a muerte en la silla eléctrica, en Estados Unidos. Tras un encuentro con dos niñas de 8 y 11 años, respectivamente, intentó tener relaciones sexuales con una de ellas. Como no lo consiguió, la frustración y la ira lo cegaron, por lo que procedió a matar a ambas.
Graham Young – 14 años
Tras los infantiles rasgos de este niño, se esconde una gran habilidad inusual para su edad: la química. Cualquiera pensaría que esta joven promesa tendría un futuro prometedor en la ciencia y que lograría grandes cosas. Sin embargo, resultó ser todo lo contrario.
A los 14 años, Graham usó sus habilidades para experimentar con venenos y asesinar a tres personas, incluyendo su madrastra. Una vez condenado y recluido en un centro psiquiátrico, siguió matando a otros pacientes del lugar. Posteriormente, obtuvo su libertad y fue nuevamente condenado por matar por envenenamiento a sus compañeros de trabajo.
Aunque la cantidad de niños asesinos es ínfima en comparación con los adultos, en diversas oportunidades, la historia nos ha sorprendido con oscuros episodios protagonizados por infantes o adolescentes. Si bien la adolescencia es una etapa conflictiva del ser humano, rara vez se espera que se cometan actos de violencia atroz. ¿Por qué estos pequeños mostraron un lado tan siniestro?
Esa respuesta resulta inalcanzable, sin embargo lo que sí podemos afirmar con seguridad es que trastornos como la sociopatía y la psicopatía no distinguen edad. Sin duda alguna a la hora de matar, los niños asesinos pueden llegar a ser tan crueles como los adultos.