La modernidad ha traído consigo cambios que el ser humano no estaba listo para enfrentar. Uno de ellos afectó directamente la forma de contemplar el arte como Marina Abramovic. Hace poco nació una nueva manera de apreciación hacia esta disciplina que aproxima aún más al público y al artista. Incluso, en el año 1916, esta práctica fue nombrada oficialmente como “ arte del performance”. Esta forma de arte permite ejercer este oficio de manera libre, y por lo general, guarda una interacción cercana con los espectadores. Debido a esto su resultado es impredecible.
Marina Abramovic, quien se describe a sí misma como “la madrina del arte del performance”, realizó un inusual experimento que obtuvo resultados aterradores. Esta artista le comunicó al público presente en una de sus obras que se mantendría inerte durante 6 horas sin importar lo que le hicieran o lo que sucediera alrededor de ella. Previamente a esto, colocó en una mesa 72 objetos (plumas, flores, cuchillos y hasta una pistola cargada). E invitó a los espectadores a usar en ella los instrumentos que desearan.
El experimento comenzó de manera tímida. Las personas se acercaban con plumas para acariciarla o simplemente la tocaban a ver si reaccionaba. Cuando el auditorio notó que Marina mantenía su palabra de no reaccionar a ningún movimiento, el público aumentó la violencia progresivamente. Primero, un hombre cortó su camisa. Otro se acercó a ella y con las espinas de una rosa la hirió en el estómago. Luego, un participante diferente le hizo cortes con una navaja cerca del cuello. Pero el momento más aterrador ocurrió cuando un espectador decidió apuntarla con la pistola en la cabeza.
“SI SE DEJA LA DECISIÓN AL PUBLICO, TE PUEDEN MATAR”
Marina Abromovic, luego de vivir semejante experiencia, concluyó que el ser humano es capaz de dañar y destruir si se lo permiten. Al terminar su acto describió su vivencia de esta manera: “lo que aprendí fue que, si se deja la decisión al público, te pueden matar. Me sentí violada: me cortaron la ropa, me pegaron las espinas de rosas en el estómago, una persona me apuntó con el arma en la cabeza y otra se la quitó”. La artista contemporánea no podía creer la rapidez con la que la violencia se volvió la protagonista de esta obra.
A pesar de lo doloroso que debió resultar mantenerse inmóvil, Marina cumplió con su palabra y luego de seis horas decidió culminar este experimento. Abromovic se levantó de su asiento y caminó alrededor de todos los presentes mirando a los espectadores sin ninguna expresión. Intentó mantener el contacto visual, sin embargo, ninguno fue capaz de mantenerle la mirada. Por el contrario, el público salió apresuradamente de la sala para evitar la confrontación. Esta obra dejó al descubierto la crueldad con la que nos herimos los seres humanos sin razón aparente.
Además de esto, hay un aspecto importante que se comprobó en el performance de Marina Abromovic. Y es que, al comenzar este experimento, Marina, era un ser humano. Pero cuando comprobaron que no tenía emociones y reacciones, se convirtió en un objeto deshumanizado.
Otra de las cosas que más sorprende en cuanto a esta artista es que cualquier persona en su lugar quedaría traumatizada o como mínimo se alejaría de escenas similares. Sin embargo, este performance realizado en 1974, marcó el inicio de varios actos similares de Marina Abromovic enfocados en el compartimiento social del ser humano.
LA ARTISTA PRESENTE: EL ÚLTIMO ACTO DE MARINA ABRAMOVIC
En el 2010, Marina Abromovic colapsó las redes sociales con una de sus innovadoras obras. El acto proponía romper el formato del performance donde el artista siempre es inalcanzable para el público. Así que durante 700 horas, decidió sentarse y sostener la mirada de cada uno de los espectadores que colocaban en frente de ella.
Miles de admiradores participaron en la obra. Sin embargo, lo que hizo estallar las redes sociales, fue el momento cuando la ex pareja de Marina se sentó frente a ella. Esta escena se convirtió en el instante emblemático de esta obra. Ambos se miraron por largo tiempo y conmovidos se tomaron de manos (lo cual rompía las reglas del performance). La artista serbia declaró que el encuentro fue fortuito.
El sorprendente encuentro de Marina con Ulay, su ex, se robó el foco de atención de la obra artística. Toda la audiencia se conmovió, y una vez más, Marina logró que el ser humano se viera reflejado en su arte. La inusual artista declaró que la gente no estaba conmovida por ellos, sino que reflejaban cada una de sus relaciones en ese momento.
Esta es la última obra de marina que hizo impacto en el mundo. Aunque los videos de sus actos siguen resonando con millones de visitas en reconocidas paginas webs.
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