Pocos lugares tienen la reputación de las bovedas de Edimburgo, considerado como el lugar más embrujado de Escocia, se ha ganado su fama tras décadas de horrores. Sus paredes fueron testigos de terribles historias, muchas de ellas siguen siendo desconocidas pero poco a poco salen detalles a la superficie.
Esta construcción sigue en pie, oculta bajo las calles de la capital escocesa. Es una parada obligatoria para los turistas amantes de lo sobrenatural. En las visitas guiadas a las bóvedas de Edimburgo se han presenciado apariciones y algunas de ellas han sido registradas en fotografías y videos.
El comienzo de los fenómenos
En el siglo 18, Edimburgo era una ciudad en crecimiento. El comercio afloraba y para facilitar la expansión de la ciudad, dos puentes fueron construidos. El puente del sur tenía como propósito convertirse en el distrito comercial de la ciudad, las tiendas se alineaban a lo largo, pero seguía sin ser suficiente para el desarrollo apresurado de la ciudad.
En 1788 se terminaron de construir las bóvedas de Edimburgo, un total de 120 habitaciones ubicadas debajo del puente sur de Edimburgo. Su propósito era el de servir como espacio de almacenamiento para los comerciantes, pero el crimen vio este lugar como una oportunidad para conducir sus negocios de forma más discreta. Mientras en la superficie las respetables tiendas prosperaban, debajo las bóvedas se convirtieron rápidamente en el centro del crimen de la ciudad. Todo tipo de negocios se llevaban a cabo en las pequeñas habitaciones pobremente iluminadas.
Durante treinta años, las bóvedas de Edimburgo sirvieron de espacio para el crimen, pero fueron abandonadas cuando el deterioro en la estructura se hizo evidente. Las grietas en las paredes eran cada vez más grandes y el aire irrespirable, los comerciantes cesaron el uso de las bóvedas por temor al posible colapso de la estructura, pero nuevos no tardaron inquilinos en tomar el control lugar.
Inmigración inesperada
En 1845 los inmigrantes irlandeses llenaban las calles de Escocia en busca de una mejor vida. La mayoría provenía del campo y no tenían los medios para mantenerse en la ciudad. Las bóvedas se convirtieron en la residencia de cientos de inmigrantes desesperados. Cada habitación estaba llena más allá de su capacidad, en el espacio de uno entraban diez. Esto regresó la vida al lugar, pero también abrió la oportunidad para que el crimen dijera presente.
Poco a poco las bóvedas fueron mutando de residencias a negocios clandestinos. Pubs y burdeles abrían sus puertas en cada pequeño espacio posible. Los borrachos llenaban los pasillos de las bóvedas cada noche, esto atrajo a los ladrones y criminales de mayor calibre. Las violaciones y asesinatos eran algo de todos los días para los habitantes de las bóvedas de Edimburgo, los robos ya no sorprendían.
La poca presencia policial facilitó por muchos años la existencia de este lugar, no se sabe exactamente cuándo fue deshabitada, pero en 1990 una excavación redescubrió las bóvedas. En el lugar fueron encontrados juguetes, frascos de medicina, zapatos, ropa y restos humanos, lo que sirvió para formar una idea de cómo funcionaba la vida en las bóvedas de Edimburgo.
Burke y Hare
William Burke y William Hare fueron dos asesinos seriales escoceses, el par encontró en las bóvedas de Edimburgo un lugar ideal para mantener su negocio de venta de cadáveres.
A principios del siglo 19 Edimburgo era una potencia en el estudio de anatomía, estudiantes de todos los rincones de Europa se trasladaban a la ciudad para aprender de los mejores. Sin embargo, los estudios se vieron interrumpidos por la escasez de cadáveres. En Edimburgo, los únicos cadáveres que se donaban para los estudios eran aquellos de los muertos en prisión, suicidas y huérfanos, esta situación llevó a un aumento de los saqueos de tumbas.
Burke y Hare vieron una oportunidad después de la muerte de un inquilino de su residencia por causas naturales. Vendieron el cadáver al doctor Knox, un prominente profesor de la Universidad Real de Cirujanos de Edimburgo. Luego los hombres asesinaron a vecinos y prostitutas, en total fueron 16 las víctimas del dúo. Los cadáveres eran almacenados en las bóvedas, allí algún empleado del doctor Knox lo buscaba. En las bóvedas se sabía sobre este crimen, pero nadie dijo nada por miedo a ser la siguiente víctima.
Los crímenes de Burke y Hare se detuvieron cuando la policía comenzó una investigación tras ser alertados. La policía ofreció un trato a Hare para que presentara evidencia contra su compañero a cambio de la inmunidad. Tras el testimonio en su contra, Burke fue sentenciado a la horca, después su cuerpo fue disecado y sus huesos expuestos en el Museo de Anatomía de la Escuela de Medicina de Edimburgo donde se han mantenido hasta la actualidad.
Gracias a este caso, el parlamento inglés creó una ley que permitía a los estudiantes de medicina aceptar cadáveres donados, esto puso fin a los saqueos de tumbas.
Habitantes permanentes
Como es de esperarse después de tantos horrores, las bóvedas de Edimburgo se han convertido en un centro de actividad paranormal. Las almas de aquellos que perecieron en las habitaciones se mantienen atrapadas entre las paredes de piedra. Testimonios indican que en las bóvedas varias sectas satánicas organizaban rituales que aumentaron los avistamientos de fantasmas.
Los visitantes de las bóvedas han hecho testimonios similares. Hay lugares donde la actividad paranormal es nula, pero en otros lugares el aire se vuelve denso e irrespirable, una energía triste se apodera de los visitantes que los lleva a querer salir de allí inmediatamente. Se pueden escuchar voces que hablan con acentos irlandeses y también ha habido avistamientos.
Jack es uno de los fantasmas más famosos de las bóvedas, el espíritu de este pequeño niño se hace sentir en el nivel donde se conservaban los vinos. Se ha reportado que Jack les toma la mano a los visitantes y les habla al oído. El señor Boots es otro habitante de las bóvedas, aunque no es tan amigable como Jack. Se le ha descrito como un hombre alto que asusta a los visitantes y mueve objetos, llegando incluso a arrojarles piedras a los turistas para llamar su atención.
En 2003, una productora de BBC Radio realizó una entrevista al actual propietario de las bóvedas. La conversación no estaba relacionada con los fantasmas y describió la reunión como placentera. Más tarde al escuchar la conversación que había grabado, se podía escuchar una voz que hablaba con un espeso acento irlandés que decía “¡lárgate!” varias. Esto se sumó a la evidencia de la presencia de fantasmas en las bóvedas. Actualmente, se organizan visitas guiadas a las bóvedas.
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Autor: Melany Moncada