La historia de Dios en el Cristianismo está llena de misterios, como por ejemplo la tentacion de San Antonio. En la Biblia, por ejemplo, se describen episodios de hombres que son escogidos por Dios para difundir su palabra por todo el mundo. Sus manifestaciones suelen ser fantásticas, épicas y, en algunos casos, contundentes. La presencia de Dios, según estos antiguos testigos, cambió sus vidas radicalmente, enseñándoles una pizca de ese “otro mundo” que se suele clasificar ingenuamente como “sobrenatural”.
Lo sobrenatural no solo abarca fantasmas o presencias oscuras. Cualquier misterio religioso también puede clasificarse como sobrenatural, algo que va más allá de la inteligencia y se relaciona directamente con los sentidos. No por nada, un evento de este calibre es indescriptible, no hay explicaciones racionales que justifiquen estas manifestaciones de Dios más que su “voluntad”. En este sentido, basta solo creer en que lo narrado en la Biblia son testimonios de misterios que pudieron haber sucedido realmente o no.
La Biblia no cuenta todos los episodios referentes a Dios
Según el Cristianismo, la Biblia contiene la Palabra de Dios. Sus libros tienen orígenes diversos y fueron escritos en lenguas muertas como el hebreo, el arameo o el griego arcaico. Los narradores de los hechos no necesariamente eran aquellos que los presenciaban. En aquel tiempo era muy común contratar a escribas. Por ejemplo, un escriba llamado Josué ayudó a difundir el contenido de las tablas con los diez mandamientos que Moisés bajó de la montaña.
La Biblia, libro sagrado para el judaísmo y el cristianismo. Fue escrito entre 750 a.C y 110 d.C
La historia de San Antonio
San Atanasio, un famoso escriba de Alejandría, preservó una de las historias más misteriosas e interesantes de la antigüedad cristiana. Tal es el caso de Antonio de Abad, o conocido simplemente como San Antonio. Este hombre nació en Egipto en el año 251 y se dice que murió a la edad de 105 años, en 356.
San Atanasio, escriba de Alejandría, dejó un primer testimonio de la vida de San Antonio
Este egipcio fue fundador del movimiento eremítico, es decir, fue el padre de los ermitaños, conocidos por aislarse del mundo y sobrevivir con lo necesario para dedicarse en cuerpo y alma a sus estudios. Además, la Iglesia Católica hizo de San Antonio patrón de los animales y los sepultureros, ya que se cuenta que al morir Pablo el Simple, San Antonio lo enterró con ayuda de dos leones.
San Antonio, fundador de los eremitas y patrón de los animales y los enterradores
San Antonio tuvo una vida muy particular. Nació en el seno de una familia holgada económicamente en la cercanía del río Nilo, en la actual Quemans, Egipto. Sus padres y hermana eran grandes devotos al Cristianismo, por lo tanto no es raro que Antonio de Abad heredara esos valores. A la muerte de sus padres, Antonio vendió todos sus bienes materiales y repartió un lote de monedas a los pobres más necesitados. Hecho esto, se retiró en un lugar recóndito cerca de su pueblo para afianzar su fe cristiana y dedicarse enteramente a Dios.
El aislamiento de San Antonio: comienzo de sus tentaciones
San Antonio pasó muchos años en una caverna sobreviviendo de los pocos alimentos que un amigo sacerdote dejaba en la entrada. Se cuenta que allí, aislado, vivió muchos episodios misteriosos. Según los escritos de San Jerónimo, este ermitaño sufrió de alucinaciones que llegaron a herirlo físicamente. También se afirma que conoció personalmente a Satanás, quién le mostró toda clase de perversidades para tentarlo.
“La tentación de San Antonio” de Martin Shongauer, 1475
Primero tuvo sueños muy extraños con niños que lloraban desconsoladamente en la entrada de su caverna. Cuando sus llantos eran insufribles, llegaba su padre a callarles. Esta figura paterna era interpretada por San Antonio como Dios mismo, ayudándole a soportar la soledad. Sin embargo, el padre se transfiguraba en horribles figuras entre humanas y animales, parecidas a demonios.
“La tentación de San Antonio” de Max Ernst, 1945
Pronto llegó un punto en que comenzó a soñar despierto. Veía su pueblo a lo lejos cubierto de llamas; veía entrar y salir de su cueva pequeños duendes que robaban el poco alimento que tenía y que le arrancaban la bata de sacerdote. Escuchaba voces que retumbaban en las paredes. Se le aparecían bellas mujeres desnudas que lo invitaban a salir de la cueva para estar con ellas. Hasta venían de visita viejos profetas como él que, con tal de engañarlo, le decían que no valía la pena creer en Dios.
Pero San Antonio no cedió a ninguna de las tentaciones de Satanás, incluso cuando puso a su disposición cualquier placer banal frente a sus ojos. La insistencia de Satanás se debía a que quería probar que los humanos no tenían voluntad sino que estaban condenados al pecado.
¿Tentaciones, alucinaciones o apariciones?
Pese a que San Antonio salió invicto de estos episodios agónicos, se cuenta que las tentaciones no eran del todo producto de una ilusión. Estudiosos de los manuscritos antiguos dicen que San Antonio sufrió alucinaciones debido a su aislamiento, pues se sabe que el hombre es un ser social y que necesita de cierto nivel de interacción con sus iguales para llevar una salud mental estable.
Tríptico izquierdo de “La tentación de San Antonio” por El Bosco, 1501. En este lado del cuadro se muestra el “Vuelo y caída de San Antonio”
Algunos teólogos creen firmemente que, de hecho, San Antonio fue uno de los pocos mortales que conoció en persona al demonio y que las apariciones preparadas para él, en realidad, eran presencias oscuras de carne y hueso venidas del Infierno. No es de extrañar que estas criaturas esperen a los pecadores para torturarlos allá abajo.
Tabla central del Tríptico de El Bosco. En este apartado se muestran todas las apariciones que atormentaron a San Antonio en su caverna
Lo sobrenatural y misterioso de San Antonio radica en que nunca se sabrá qué otros horrores experimentó incluso fuera de la caverna, cuando a los 35 años se fue a vivir en las montañas Pipsir. Con todo y mudanza, San Antonio fue perseguido por Satanás y sus secuaces. Los escritos de Santiago de la Vorágine, quien siguió el caso, indican que posiblemente San Antonio presenció misas satánicas en las que bellas mujeres disfrazadas de monjas sacrificaban sapos, símbolos de la lujuria, mientras el Diablo recitaba el Malleus Maleficarum.
Tríptico derecho de “La tentación de San Antonio” obra de El Bosco. Aquí se remite a la meditación de San Antonio, luchando con los demonios
Un espíritu noble, como ningún otro
Gracias a su fuerza de voluntad y su fe inquebrantable, la historia de San Antonio fue conocida por otros hombres devotos a Dios que quisieron aislarse en valles o desiertos. No obstante, ninguno sufrió la experiencia traumática de este ermitaño. Hoy en día, solo queda el testimonio de los escribas y las iconografías cristianas que remiten este episodio fuera de la Biblia, por no ser un hecho digno de la religión cristiana.
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