Las historias de niños salvajes que de alguna manera han logrado sobrevivir en la naturaleza, lejos de todo contacto humano nos han fascinado durante siglos. Desde la leyenda de Rómulo y Remo, los supuestos fundadores de Roma que fueron criados por una loba, pasando por Mowgli, el muchacho que vivía junto a lobos y osos en «El Libro de la Selva», hasta el icónico Tarzán, criado por simios.
HISTORIAS DE NIÑOS SALVAJES
Pero más allá de lo fascinante de estas leyenda, lo que no relatan es los profundos efectos que en la realidad produce el aislamiento social que sufren. Cada uno de estos llamados niños salvajes logró aprender a vivir en la selva, adaptándose progresivamente al comportamiento y el lenguaje de su familia adoptada.
Estos niños sobrevivieron en la naturaleza durante muchos años, sin vislumbrar a otro ser humano. Pero ¿Qué tan verdaderas pueden ser estar historias? ¿Podría un niño realmente sobrevivir en la naturaleza, sin nadie que cuide él? ¿Realmente otros animales asumirían la carga de cuidar a un niño humano, en lugar de simplemente matarlo o ignorarlo?
Quizá la pregunta más desconcertante de todo esto es, si un niño fuera abandonado a su suerte en la naturaleza, ¿olvidaría sus orígenes humanos y se transformaría en algo más, algo que se asemeje a una bestia salvaje? Sorprendentemente, existen en nuestra historia varios casos de niños salvajes que han pasado una parte significativa de sus vidas solos, en la naturaleza y aislados de todo contacto humano.
VICTOR DE AVEYRON
En el año 1799, en una tarde nublada en el suroeste de Francia, dos cazadores paseaban a través del bosque buscando ciervos. Había sido un día largo para ellos, y no habían atrapado nada. Pero su suerte estaba a punto de cambiar.
Durante varios años, los aldeanos habían hablado de un extraño niño que caminaba por el bosque como una bestia salvaje. Los aldeanos habían logrado atraparlo dos veces, pero en ambas oportunidades había logrado escapar. En la tercera ocasión, sin embargo, no logró escapar y las noticias de la captura del niño salvaje de Aveyron se extendieron rápidamente.
El niño, debido a su aislamiento social, odiaba ser tocado, y se resistía violentamente a todos los esfuerzos por bañarlo o ponerle ropa. Además, su cuerpo estaba cubierto de cicatrices y tenía un temperamento bastante explosivo. En poco tiempo, la noticia llegó a París y despertó el interés de un joven médico llamado Jean-Marc Itard, quien deseaba estudiar al niño con más detalle.
El niño salvaje fue llevado a París, donde la mayoría de los profesionales médicos de la ciudad lo tildaron rápidamente como retrasado. Pero había algo que cautivó a Itard sobre el joven, ahora conocido como Víctor. Esencialmente, la captura de Víctor y la decisión de Itard de estudiarlo, marcó el comienzo del estudio científico de los niños salvajes.
El estudio de Itard
Desde el principio, Itard estaba decidido a demostrar que Víctor podría ser integrado de nuevo en la sociedad humana.
Para él, había dos pruebas que calificaban a un individuo como humano; la capacidad de empatizar y la capacidad de usar el lenguaje. Inicialmente, Víctor era salvaje y difícil de controlar, pero poco a poco la persistencia de Itard, y su ama de llaves, la señora Guerain fue recompensada, cuando Victor se empezó a volver más civilizado.
Lentamente pero con seguridad, Víctor empezó a mostrar verdaderos sentimientos por la gente que lo rodeaba. Se volvió especialmente cercano a la señora Guerain. Víctor probó su capacidad de empatía durante un particular almuerzo, cuando la señora Guerain, quién había perdido a su esposo, se desmoronó.
La reacción de Victor fue poner la mesa y tranquilamente quitar el lugar del difunto. Itard estaba exaltado, Víctor había superado su primera prueba de humanidad, pudo ponerse en la posición de otro ser humano, algo que parecía imposible cuando le habían llevado por primera vez a París. Sin embargo, la tarea de hacer que Victor hablara sólo causó frustración en Itard.
El doctor intentó enseñarle el lenguaje a Víctor en usando juegos, con la ayuda de un tambor y una campana para tratar de estimular a Víctor a hacer sonidos de vocales.
Pero a pesar de todos sus esfuerzos, Víctor fue incapaz de comprender la lección detrás del juego y nunca aprendió a hacer los sonidos que otros niños aprenden sin problema. Con el fracaso de la prueba de lenguaje, el interés de Itard en el muchacho disminuyó y Victor vivió bajo el cuidado de Madame Guerain en París el resto de su vida. Murió a la edad de 40 años.
KAMALA Y AMALA
Una de las historias más fascinantes sobre niños salvajes que surgió en los últimos tiempos fue la historia de dos niñas: Kamala, de 8 años de edad y Amala que tenía sólo 18 meses de edad cuando fueron encontradas en 1920. Según los informes, ambas niñas habían pasado la mayor parte de sus vidas totalmente aisladas de la humanidad y vivían en compañía de lobos en Midnapore, India.
A pesar de que las dos niñas fueron encontradas juntas, la probabilidad de que fueran hermanas fue descartada; se dijo que simplemente fueron abandonadas al mismo tiempo, o fueron secuestradas por los lobos. La historia se dio a conocer cuando entre los habitantes de la aldea se empezó a esparcir el rumor de “dos figuras fantasmagóricas” que acechaban la selva bengalesa junto a los lobos.
Las niñas fueron asociadas con entidades malignas y, en consecuencia, el reverendo Joseph Singh fue llamado para tratar de calmar la histeria. Para investigar mejor, Singh subió a un árbol que estaba sobre la cueva donde vivían los lobos. Cuando el reverendo vio a los lobos salir de la cueva, observó a dos seres humanos que los seguían, encorvados a cuatro patas. En sus propias palabras, les describió como «seres horribles con piernas que parecían ser humanos” También dijo que las chicas no mostraban ningún rastro de civilización en absoluto.
La rehabilitación
Singh finalmente consiguió capturar a las chicas, y trató de rehabilitarlas, a pesar de su falta de experiencia en ese campo en particular.
Señaló que las niñas dormían acurrucadas, gruñían y arrancaban toda ropa que se les ponía. También describió cómo preferían comer carne cruda y amaban aullar; también mencionó que ambas estaban físicamente deformadas, poseían piernas y brazos acortados, lo que hacía improbable la posibilidad de enseñarles a caminar erguidas. Además, ni Kamala ni Amala mostraban interés en interactuar con seres humanos.
Singh notó, sin embargo, que sus sentidos eran excepcionales, especialmente su visión, audición y sentido del olfato. El reverendo no logró ningún tipo de progreso con Amala pues la niña murió poco después de que él comenzara su programa de rehabilitación. Kamala, por su parte, logró aprender a caminar erguida y a decir algunas palabras.
Sin embargo, otra vez producto del aislamiento social desde la infancia, nunca se adaptó completamente a la vida civilizada y murió de tuberculosis en 1929 a los 17 años.
John Ssebunya
A sus tres años, John Ssebunya, a veces conocido como “El Chico Mono de Uganda” huyó de su aldea a la selva africana, después de presenciar como su padre asesinó brutalmente a su madre. Una vez en la selva, el niño cayó bajo el cuidado de monos verdes, los animales lo adoptaron como uno de los suyos. En 1991, John fue encontrado por una mujer de una tribu local llamada Millie, ocultado en un árbol.
Claramente asombrada, Millie regresó a su aldea para alertar a los hombres, quienes volvieron a la selva para capturar a John. Al encontrarse con el “Chico Mono de Uganda” se enfrentaron al ataque de su familia adoptada, pues los monos atacaron a los visitantes arrojándoles ramas.
Eventualmente los aldeanos lograron capturar a John y llevarlo de vuelta a la civilización. Una vez en la aldea, John fue bañado y vestido, pero curiosamente gran parte de su cuerpo estaba cubierto de pelo, reflejo de una condición conocida como hipertricosis, que resulta en el crecimiento del vello en lugares que no suelen producirlo.
Además, como consecuencia de sus años en la naturaleza, John había contraído un caso de gusanos intestinales que se dice tenían más de 1 metro y medio de largo. Él joven también tenía una gran cantidad de lesiones en sus rodillas por tratar de imitar la manera en que caminaban los monos. John fue colocado bajo el cuidado de Paul y Molly Wasswa que dirigían un orfanato cerca de la aldea.
Increíblemente, lograron enseñarle a hablar, aunque muchos piensan que ya sabía hacerlo antes de huir. Lo importante, sin embargo, es que la historia de John tiene un final feliz, fue completamente rehabilitado y ahora canta en el coro de niños de la perla de África y no exhibe ningún comportamiento animal.
¿Naturaleza innata o adquirida?
Si bien estos son solo algunos de los muchos casos existentes de niños salvajes, el aspecto más fascinante sobre ellos es lo que revelan sobre la condición humana. Durante muchos años, se ha intensificado el debate en el mundo científico, en cuanto a si somos únicamente un producto de la naturaleza, o somos un producto de nuestros padres y del mundo humano en general; esencialmente es el viejo conflicto de Naturaleza innata vs. Naturaleza adquirida.
Los niños salvajes demuestran incuestionablemente que no hemos nacido humanos, sino que somos moldeados por nuestra familia y por otros seres humanos con los que compartimos nuestro medio ambiente. Incluso entre los mamíferos, somos inusuales, en el hecho de que estamos prácticamente desamparados al nacer y necesitamos atención casi constante en los primeros años de nuestras vidas.
Por lo tanto, si esos primeros años se pasan aislados de los seres humanos, o en compañía de otros animales, las consecuencias pueden ser terribles y casi totalmente irreversibles.