Historias de reencarnación. La reencarnación parte de la idea de que el ser humano es algo más que carne y huesos; ese ‘algo más’ es el alma, la consciencia, la esencia del individuo y, en ella, es donde se concentra en sí todo lo que un ser fue, es y será. El alma utiliza el cuerpo casi como una armadura, y cuando llega el momento, se deshace de él para ir en busca de uno mejor, uno que pueda contener toda la nueva sabiduría que adquirió en su última aventura en nuestro planeta tierra.
Básicamente, la reencarnación es la creencia de que cuando un ser humano muere, su alma realiza un viaje que puede tardar años, siglos, e incluso meses, antes de volver a nacer en un cuerpo nuevo. Muchos creyentes ven este fenómeno como una oportunidad de volver a empezar; otros, los que creen en el karma, lo ven como una manera de pagar los males cometidos o de recibir recompensas por haber obrado bien en vidas pasadas.
Muchas personas que aceptan la reencarnación aseguran que puede ser probada científicamente. Usualmente basan sus creencias en testimonios de personas que claman tener recuerdos de vidas pasadas. Hoy en día existen muchos testimonios de este tipo que pueden darse bajo dos distintas formas; una es a través de la hipnosis, haciendo una regresión hasta antes del nacimiento de una persona. La otra, más simple, proviene de niños que espontáneamente recuerdan su vida pasada, sorprendiendo a todos con datos tan específicos que es imposible creer que se lo hayan inventado todo.
Existen dos historias en particular que cuentan con tantos detalles que han sido aceptadas como pruebas claras de reencarnación.
Las gemelas Pollock
John y Florence Pollock vivían una vida tranquila en Hexham, Inglaterra con sus dos hijas, Jacqueline de 6 años y Joanna de 11. En mayo de 1957 las dos niñas fallecieron en un accidente automovilístico. Se dirigían a la iglesia con un amigo de la familia. Sus padres fueron tan afectados por la tragedia que John rezó para que sus hijas regresaran a él.
Florence quedó embarazada al año siguiente y dio a luz a gemelas en Octubre de 1958. Gillian y Jennifer eran gemelas idénticas, pero tenían marcas de nacimiento diferentes. Jennifer tenía una en su cintura, idéntica a la que Jacqueline tenía; y también tenía una en la frente, donde Jacqueline tenía una cicatriz.
La familia se mudó a Whitley Bay cuando las gemelas tenían tres meses. Dos años después, las niñas empezaron a pedir juguetes que pertenecían a Jacqueline y Joanna, aunque nunca habían visto dichos juguetes. La familia regresó a Hexham cuando las gemelas tenían cuatro años. En la ciudad, las niñas empezaron a reconocer lugares que nunca habían visitado; en una oportunidad señalaron una escuela y aseguraron que era la suya. Jacqueline y Joana estudiaron en el lugar.
Memorias del accidente
Sus padres le dieron a las gemelas los viejos juguetes que estaban en su antigua casa. Las gemelas, cabe destacar, no estaban al tanto de la existencia de sus difuntas hermanas. Gillian y Jennifer nombraron a los juguetes con los mismos nombres que Jacqueline y Joanna les habían puesto. Sus padres también notaron un extraño momento entre las gemelas: Jennifer se acostó en el piso con la cabeza en el regazo de Gillian, luego ella le dijo a Jennifer que la sangre salía de su ojo porque era donde el auto la había golpeado.
Un mes después las niñas empezaron a sufrir ataques nerviosos al ver pasar automóviles. Empezaban a gritar “¡El carro viene por nosotras!”. Cuando las gemelas cumplieron cinco años, sus viejas memorias se desvanecieron de un día para otro.
La investigación del Dr. Stevenson
Las gemelas llamaron la atención del Dr. Ian Stevenson, un psicólogo que estudió la reencarnación en los niños. En 1987, escribió un libro llamado “Niños que recuerdan vidas pasadas: La pregunta de la reencarnación”. En el, Stevenson describió 14 casos de reencarnación, incluyendo el de las gemelas Pollock.
Stevenson notó que las gemelas seguían el comportamiento de sus hermanas muertas. Jennifer era dependiente de Gillian de la misma manera que Jacqueline lo era de Joanna. El Dr. estudió el caso desde 1964 hasta 1985 y estaba convencido de que era un caso real de reencarnación.
JAMES LEININGER
JAMES LEININGER, RECUERDOS DE LA SEGUNDA GUERRA MUNDIAL
La historia de James Leininger salió a la luz cuatro años después de una investigación liderada por sus padres, Bruce y Andrea. Para Bruce, todo el proceso implicó una gran lucha personal, porque la idea de que su hijo era la reencarnación de James Huston Jr., entraba en conflicto con sus creencias cristianas. Uno de los aspectos más fascinantes de la historia de Leininger es la conversión de Bruce de un cristiano conservador y evangélico a un cristiano que ha aceptado la reencarnación como una realidad.
Las pesadillas de James Leininger
James Leininger nació el 10 de abril de 1998. Sus padres vivían en la Bahía de San Francisco. Sin embargo, la familia se mudó a Lafayette, Louisiana, cuando a Bruce se le ofreció un empleo como director de recursos humanos para una compañía de la industria petrolera.
Después de cumplir dos años de edad, James comenzó a experimentar pesadillas que le hacían gritar en sueños. El 1 de mayo de 2000, cuando James tenía poco más de dos años de edad, Andrea oyó la voz de su hijo:
“¡Choque de avión! ¡Avión en llamas! ¡El pequeño no puede salir!” Andrea corrió a su dormitorio y vio a James luchando. Estaba acostado de espaldas, pateando y arañando las sabanas, como si estuviera tratando de salir de un ataúd. La misma pesadilla se repetía cuatro o cinco veces a la semana. Cuando Andrea le preguntó quién era el hombrecito del avión, James respondió: «Yo»
Cuando Bruce le preguntó a James quién le disparó a su avión, James respondió: “Los japoneses”. Al preguntarle cómo sabía que eran los japoneses los que derribaron su avión, James dijo: “El gran sol rojo”. Bruce y Andrea estaban impresionados y desconcertados con el conocimiento de James acerca de los aviones japoneses de la Segunda Guerra Mundial, ya que sabían que él no aprendió esa información a través de medios normales.
Cuando sus padres pidieron nombres de otras personas en las pesadillas, James declaró que tenía un amigo que también era un piloto, cuyo nombre era Jack Larsen. Con el tiempo, Bruce y Andrea aprenderían que James Huston, personaje de la vida pasada de James, conocía a Jack Larsen.
James y los Aviones
La obsesión de James con Aviones de la Segunda guerra mundial
Además de tener pesadillas sobre un accidente de avión, sus padres señalaron que James tenía una obsesión con los aviones, particularmente aviones de la Segunda Guerra Mundial con hélices.
En su asiento de coche, James se ponía unos auriculares imaginarios y una mascarilla, como si se estuviera preparando para volar un avión. James incluso creó una cabina simulada en uno de los armarios de la familia.
El niño también continuó demostrando conocimiento inusual sobre aviones. Por ejemplo, cuando Andrea le dio a James un avión de juguete con lo que parecía una bomba debajo de él, James lo miró y dijo: “Eso no es una bomba, mami, es un tanque de combustible externo.”
Con el tiempo, el pequeño James reveló que el hombre en sus pesadillas también se llamaba James, que voló un avión llamado Corsair, y que el avión que voló despegó de un barco y que se llamaba Natoma. Bruce descubrió que efectivamente había un portaaviones de la Segunda Guerra Mundial llamado Natoma Bay. James también indicó que fue en la batalla de Iwo Jima, que su avión fue derribado y se estrelló.
El reencuentro: Historias de reencarnación.
Aunque Bruce seguía escéptico acerca de la posibilidad de que su hijo tuviera recuerdos de una vida pasada, decidió asistir a una reunión de veteranos del Natoma Bay en San Diego. En la reunión, descubrió que 18 pilotos habían muerto durante su servicio en el Pacífico, uno de ellos era James Huston Jr.
El pequeño James había nombrado sus figuras de acción Leon, Billie y Walter. Su padre descubrió en la misma reunión que estos eran compañeros pilotos de Huston que habían muerto antes que él. James logró reunirse con su viejo amigo Jack Larsen y, luego de varios años, se puso en contacto con el único familiar vivo de Huston, su hermana. Ella misma confirmó creer que el pequeño era la reencarnación de su hermano, pues sabía detalles de su vida que solo su hermano poseía.
James, al igual que las gemelas Pollock, perdió sus recuerdos, sin embargo sus pesadillas fueron recurrentes hasta sus ochos años. Sus padres fueron quienes le explicaron todo lo sucedido.
Una segunda oportunidad
El atractivo de la reencarnación es obvio: las personas viven más de una vida, y no sufren un castigo eterno después de la muerte. Parece extraño que niños pequeños puedan tener recuerdos que no parecen ser suyos. Las gemelas Pollock y James Leininger son sólo dos de los muchos ejemplos que parecen ser casos de historias de reencarnación.
Sin embargo, si la reencarnación es real y podemos regresar después de la muerte, esto es causa de esperanza para muchos. Existe un poco de consuelo al pensar que cuando nuestros seres queridos mueren, tal vez volverán a nosotros… como alguien más.