El origen de la humanidad es un tema bastante difuso, del que no se ha logrado aclarar casi nada con el paso de los siglos. Los annunaki juegan un papel importante a la hora de buscar intentar encontrar un origen.
Desde la teoría del creacionismo, que habla sobre el surgimiento de la vida por obra de un «ser supremo», hasta la panspermia, en la que se relata la caída de cometas que contenían material orgánico, el cual, al aterrizar en el planeta, comenzó a alimentarse de los suelos gracias a la gran cantidad de nutrientes de las que estaba dotado. Así, el hombre se ha impuesto encontrar la respuesta definitiva.
Cada cultura en el mundo describe los inicios del todo de forma distinta y extraordinaria, impulsando a su comunidad, a creer en figuras divinas que se manifiestan a través de los sueños o de apariciones repentinas. Estos acontecimientos han sido registrados en textos, en piedra y pergaminos a lo largo de la historia, por hombres que han padecido las impresiones de estas manifestaciones divinas.
“Los que del cielo a la Tierra descendieron”
Hace millones de años, unos «dioses» recorrieron el espacio en busca de oro, dado que con él podrían reflejar las luces del sol que ayudasen a equilibrar la gélida atmósfera de su planeta natal. Tras llegar a la tierra, encontraron grandes cantidades de este metal, siendo que no tardaron en asentarse en el planeta para así llevar a cabo su extracción. Si bien se tranquilizaron, la dificultad de esta tarea fue demasiado para ellos, por lo que decidieron entremezclarse con los primates que habitaban el planeta creando a los «Igigi».
“Cuando los dioses parecidos a los hombres soportaban el trabajo, el cansancio era mucho”. Poco a poco empezaron a expandirse creando minas para el oro y grandes ciudades, junto con templos donde darían alabanza a sus dioses. Pero tarde o temprano, los Igigi comenzaron una rebelión negándose al trabajo, algo que alarmó a los dioses. Entonces Enki, escuchando sus plegarias, creó a los humanos, quienes reemplazaron a los Igigi en el oficio dentro de las minas y los enseñó a sembrar para así alimentar a las deidades.
Surgimiento del primer hombre y expansión de la raza humana
Antiguos textos en piedra relatan que la Diosa Mammu, partiendo desde la arcilla, empezó a moldear al ser humano siendo ayudada por los Annunaki y los Igigi. Lo hacía escupiendo sobre la masa, de donde surgió el primer hombre al que sostuvo en brazos y el que se le asignó el nombre de “Lulu”, cuya etimología en sumerio significa “mezclado”. Desde ese momento los hombres fueron tratados como esclavos.
Debido a su condición como híbridos entre dioses y primates, los humanos eran incapaces de reproducirse entre ellos mismos, por los cual, las Anunnaki tenían que ofrecer sus úteros y sufrir los procesos del embarazo y el parto. Sólo con ver los riesgos que conllevaban a los dioses realizar esta tarea, Enki decidió trabajar en «mejorar» a la especie humana para dotarlos del don de la reproducción.
La ira del Dios Enlil
A pesar de que la raza humana era de gran ayuda como parte de la subsistencia de los dioses, algunos de ellos guardaban resentimiento hacia los hombres. Su odio se cuenta desde la creación, pues antiguos textos relatan que la arcilla utilizada por la diosa Mammu eran los restos de carne del dios menor Geshtu-E, el cual fue sacrificado por los Anunnaki para poder crear a la humanidad. Posterior a ello, tanto Mammu como Enki hicieron un ritual mágico del que surgió Lulu y otras trece figuras de arcilla.
Esto mismo causó que Enlil, dios del viento y de las tormentas, intentase destruir a la raza humana en tres ocasiones. La más popular y de la que existen más traducciones fue el diluvio universal, donde se dice que envió una tempestad con la que ahogaría a todos y cada uno de los hombres. Enki, apiadándose de su propia creación, le advierte a Utnapishtim, haciéndolo construir un barco con el cual pudiese escapar llevándose semillas y diversas especies animales para así tratar de salvar al a humanidad.
La convivencia entre los Annunaki y los humanos
A diferencia de muchas otras culturas y creencias, se dice que los dioses no eran entes de luz pura o intangibles. Al contrario, estos eran de carne y hueso. Su apariencia se describe como entidades que alcanzaban incluso los tres metros de altura, de piel blanca y de forma humanoide. Su belleza no tenía comparación alguna, por eso para los mortales, la idea de acostarse con ellos y reproducirse era un gran privilegio.
Aquellos que, por el contrario, se negaban a la reproducción, provocaban la ira de los dioses siendo que encontraban una muerte dolorosa, a modo de mostrarles al resto de los hombres que no debían rechazar una oferta de tal estirpe. Esto provocaba miedo en los humanos, además de que temían de los poderes de los Annunaki. Como seres superiores, decían poseer una habilidad psíquica, usada para controlarlos.
Otros textos describen a los Annunaki no como seres de gran belleza, sino con unas características faciales similares a los reptiles. Esto trajo consignó diversas sospechas a los historiadores, al descubrir que los dioses le prohibieron a los humanos ilustrarlos con «su verdadera apariencia», por ello ocultaban sus rostros con velos y parte de sus barbas.
Un grupo de arqueólogos en Irak encontraron estatuillas y fósiles con características muy distantes de las humanas. Sus cráneos eran exageradamente anchos, ojos rasgados como de lagarto, boca ancha y hombros anchos. Muchas de las figuras representaban a lo que parecía ser una hembra sosteniendo a su cría entre sus brazos, con características de reptil y alimentándolo.
El regreso de los Annunaki en la actualidad
Recientes investigaciones han anunciado un posible retorno de estas formas de vida superior a la tierra, a pesar de que habían abandonado el planeta cuando éste fue inundado a causa del diluvio universal. Aunque no se sabe con certeza si vendrán de forma pacífica, dado que ya la especie humana ha abandonado su estado «primitivo» gracias a los avances tecnológicos y progresos científicos, la llegada de estos seres puede significar algo bueno para la humanidad, o al contrario, el final de una era.
David Parcerisa, especialista en la historia sumeria e investigador de los Annunaki, afirmó una posible llegada de las deidades este 2017. La acusación la formuló en su página web mediante un video en donde explica numerosos sucesos paranormales, los cuales indican que la eventual invasión de estos seres del espacio está más próxima de lo que creemos.
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