Durante más de dos milenios, una simple línea en el Evangelio de Mateo ha alimentado uno de los enigmas más perdurables de la historia: la aparición de una estrella misteriosa que guió a unos sabios de Oriente hasta el nacimiento de Jesús. ¿Fue un milagro, un evento astronómico registrado por las culturas antiguas o algo completamente distinto? La búsqueda de una explicación para la Estrella de Belén ha llevado a astrónomos, historiadores y teóricos por caminos que van desde la ciencia más rigurosa hasta la especulación más fascinante.

El Relato Bíblico: Un Fenómeno Sobrenatural y Práctico

El evangelista Mateo describe un astro con comportamientos que desafían la naturaleza de cualquier estrella conocida. No era un punto fijo en el cielo, sino un guía activo: apareció marcando un evento, se movió por delante de los Magos y, lo más desconcertante, se detuvo sobre el lugar donde estaba el niño. Este detalle de un objeto celeste con capacidad de navegación precisa es el núcleo de todo el misterio. Para la fe, es un portento divino, un milagro puro. Para la ciencia y la especulación, es un rompecabezas que requiere una solución en los cielos o más allá de ellos.

La Hipótesis de la Conjunción Planetaria: El Cálculo de Kepler

La teoría astronómica más sólida y popular fue propuesta por el gran astrónomo Johannes Kepler. En 1603, observó una conjunción entre Júpiter y Saturno y, calculando hacia atrás, descubrió que un evento similar, excepcionalmente cercano, ocurrió en la constelación de Piscis en el año 7 a.C. (fecha que coincide con el probable nacimiento histórico de Jesús). Lo más significativo es que, según los registrios astronómicos babilónicos, esa conjunción no fue un único acercamiento, sino que los dos planetas gigantes danzaron en el cielo, acercándose tres veces a lo largo de unos meses (una conjunción triple). Para la astrología antigua, Júpiter representaba la realeza, Saturno la protección de Israel y Piscis estaba asociada a Judea. La señal en el cielo para unos sabios versados en astrología habría sido clara: «un rey nace en Judea». Sin embargo, esta conjunción, aunque rara y simbólica, no se acerca, se mueve ni se detiene como describe Mateo.

El Cometa Halley y la Hipótesis de la Nova

Otra candidata celestial es un cometa. Los cometas, con sus espectaculares colas, eran universalmente interpretados como presagios de cambio. Registros chinos detallan la aparición de un «cometa brillante» alrededor del año 5 a.C., que permaneció visible durante más de 70 días. Esta duración coincide con el tiempo que los Magos pudieron necesitar para su viaje. Sin embargo, en la cultura antigua, los cometas casi siempre se asociaban con desgracia y destrucción, no con el nacimiento de un rey benévolo. Menos probable aún es el famoso cometa Halley, que pasó en el año 12 a.C., demasiado temprano para encajar en la cronología.

Una tercera posibilidad científica es una nova o supernova: una estrella que explota aumentando su brillo de forma dramática y repentina. De nuevo, los meticulosos astrónomos chinos registraron una «estrella invitada» brillante y nueva en la constelación del Águila en el año 4 a.C., que brilló durante meses. Una nueva luz fija en el cielo podría haber sido interpretada como un signo. El problema es que ni una nova ni una supernova se mueven por el cielo ni se detienen sobre una casa.

Interpretaciones Más Allá de lo Astronómico

Cuando la ciencia no puede explicar completamente el relato, surgen interpretaciones que buscan llenar los vacíos. Una corriente de pensamiento sugiere que la «estrella» no fue un objeto físico, sino un fenómeno angelical o una manifestación de la Shekinah (la gloria divina visible), descrita como una columna de luz que guiaba, similar a la que dirigió al pueblo de Israel en el desierto. Esto explicaría su comportamiento inteligente y su desaparición una vez cumplida la misión.

Desde la ufología más especulativa, la descripción mateana es irresistible: un objeto luminoso que aparece de repente, realiza maniobras dirigidas y señala un lugar específico en la Tierra. Para algunos, esto no es una alegoría religiosa ni un fenómeno natural, sino el primer registro de un avistamiento OVNI con un propósito concreto en la historia occidental, una «nave nodriza» o sonda de reconocimiento interactuando con eventos humanos clave.

La verdad probablemente se encuentre en una síntesis. Un evento astronómico real y raro, como la triple conjunción del 7 a.C., pudo servir como la señal inicial que motivó el viaje de los astrónomos-astrólogos de Babilonia. Su significado simbólico en su tradición los puso en camino. Luego, en el relato transmitido oralmente y con fines teológicos, este evento se fundió con la tradición de la luz guía divina, adornándose con detalles milagrosos para subrayar la naturaleza extraordinaria del nacimiento de Jesús.

La Estrella de Belén, por tanto, trasciende su posible origen físico. Se ha convertido en un símbolo universal de búsqueda, de guía en la oscuridad y de la unión entre la observación del cosmos y la fe en lo trascendente. Es un misterio que seguirá brillando, invitando a cada generación a mirar al cielo y preguntarse si, a veces, el universo conspira para señalar los milagros.