El canibalismo es, quizá, el acto más malévolo que puede llevar a cabo un ser humano. Armin Meiwes dio que hablar en pleno siglo XXI. El hecho de consumir la carne de otro individuo es altamente repudiado en nuestra sociedad y con toda razón. La palabra trae consigo un simbolismo de lo salvaje, es un llamado a los instintos más primitivos del hombre.
No se sabe a ciencia cierta desde cuando existe esta práctica, pero muchos investigadores sospechan que hace 800.000 años los Homo antecessor incluían tanto animales como hombres en su dieta. Aunque el hambre puede ser un factor clave para explicar el canibalismo, el acto no siempre se da como fruto de esta necesidad fisiológica.
El canibalismo ritual está presente en la historia de muchas tribus primitivas, desde Centro América hasta África. Muchos grupos llevaban a cabo sacrificios humanos con fines religiosos que terminaban con ceremonias antropofágicas, ya fuera para satisfacer a los dioses o, en algunos casos, como los guaraníes, para consumir la energía de un guerrero a través de su carne.
Sin embargo, existe otra ‘corriente’ del canibalismo que simplemente no tiene justificación. Los expertos suelen referirse a este acto como canibalismo criminal o patológico. En el siglo XX existen muchos casos de este tipo, pero uno en particular destacó por lo retorcido de los hechos. En el 2001, Armin Meiwes asesinó y devoró a Bernd Brandes, pero lo hizo con la autorización del mismo.
Perfil de un psicópata: Armin Meiwes
Aquellos que conocían personalmente a Armin Meiwes no podrían haber imagino que el dulce y encantador hombre terminaría siendo conocido como El monstruo de Rotenburg. Meiwes, un experto en computadoras de 42 años, tenía una buena reputación en su comunidad. Cuando no estaba trabajando Meiwes ayudaba a sus vecinos arreglando autos o haciendo trabajos de jardinería. Incluso invitaba a sus vecinos a cenar. En general, Meiwes era considerado el vecino perfecto, o al menos eso creían.
Poco sabían los vecinos de Meiwes que su amigable vecino tenía algunos secretos muy oscuros. Armin Meiwes tenía un gusto por la carne humana, y su juicio se convirtió en uno de los más extraordinarios de la historia alemana.
Se busca hombre para comer, literalmente
En febrero de 2001, Meiwes publicó un anuncio en Internet en busca de un «hombre joven y corpulento que quisiera ser comido». Aunque suena increíble, muchos hombres respondieron al anuncio. Meiwes respondió a muchos de los candidatos, pero o bien decidía que los candidatos no cumplían con sus requisitos o los propios candidatos decidían retirar la oferta. Después de muchos intentos fallidos por encontrar al adecuado, Meiwes finalmente recibió un mensaje de un hombre llamado Bernd Brandes.
Bernd Jürgen Armando Brandes, un ingeniero informático de 36 años de Berlín, siempre había soñado con ser comido. Sufría de problemas de abandono y de depresión, así que Brandes pensó que sería el candidato perfecto para cumplir la fantasía carnívora de Meiwes. Los hombres intercambiaron mensajes de correo electrónico durante un mes antes de que finalmente acordaran reunirse.
Para comerte mejor…
Bernd Brandes
El 9 de marzo de 2001, Brandes fue a la granja de Meiwes y fue llevado al dormitorio principal donde se sentaron, charlaron y tuvieron sexo. Pero según testimonio del propio Mewes, Brandes no estaba satisfecho pues el “quería ser comido vivo”. Así que siguiendo adelante con su gran fantasía, Meiwes le dio píldoras para dormir a su compañero y este las tragó con media botella de aguardiente y jarabe para el resfriado.
Una vez que Brandes empezó a sentir los efectos de las drogas y las bebidas alcohólicas, Meiwes instaló una cámara de video y empezó a registrar los horrendos actos que iba a llevar a cabo. Meiwes empezó por mutilar sexualmente a Brandes. Primero le cortó el pene. Mientras Brandes todavía estaba consciente, preguntó a su carnicero si podía probar su propia carne. Siguiendo la solicitud de Brandes, Meiwes asó el pene y trató de darle de comer al otro pero este se quejó de que era demasiado duro para comerlo.
Después de tratar de comer su propio pene, Brandes pidió un baño. Meiwes preparó un baño caliente para Brandes y lo dejó en remojo durante la noche, mientras el leía una novela de Star Trek.
A la mañana siguiente, Meiwes entró en el baño y cortó la garganta de Brandes. Luego colgó su cuerpo y lo cortó en varias piezas pequeñas; su cabeza la enterró en el jardín. Con la videocámara todavía capturando todo esto, Meiwes asó la carne, puso la mesa, y se sirvió un vaso grande de vino tinto para acompañar su comida. Entonces comenzó a comer el banquete humano que había preparado. Una vez que su estómago se llenó, empaquetó las sobras y acudió al teclado con la esperanza de buscar otra víctima.
El descubrimiento
Interior de la casa de Meiwes
Un estudiante de Innsbruck encontró los perturbadores anuncios en busca de nuevas víctimas en varios foros y en los mismos, Meiwes describía con detalles su primer crimen. El hombre fue arrestado casi un año después del asesinato. Una vez que las autoridades comenzaron su investigación, Meiwes confesó lo que había hecho.
En el momento en que fue capturado, Meiwes ya había consumido más de 20 kilogramos de carne humana de Brandes. Después de su confesión, Meiwes dijo a las autoridades que Brandes sabía exactamente como sabe la carne cerdo.
Esta es parte de la declaración de Meiwes:
“La primera mordida fue, por supuesto, muy extraña. Era un sentimiento que no puedo describir. Había pasado más de 40 años anhelándolo, soñando con ello.”
“Y ahora estaba teniendo la sensación de que realmente había logrado esa perfecta conexión interna con él a través de su carne.”
Meiwes culpa a su padre por su comportamiento, después de que abandonara a su familia cuando él tenía sólo cinco años. Tuvo que ocupar el papel de único “hombre de la casa” cuando sus dos hermanos mayores también se fueron. Sólo después de la muerte de su madre, Meiwes tropezó con el mundo del canibalismo online, donde descubrió salas de chat de personas que se ofrecían para ser comidas.
El video que las autoridades encontraron fue presentado ante el jurado, y algunos periodistas necesitaron terapia después de ver la inquietante evidencia.
¿Homicidio consensual?
En Alemania, no hay leyes contra el canibalismo. Debido a esto, Meiwes fue dado inicialmente solamente una sentencia de ocho años y medio. El juez dictaminó que Brandes había dado su consentimiento y que tanto Brandes como Meiwes eran simplemente individuos perturbados. Los abogados consideraban que este asesinato era un acto de misericordia.
Varios psiquiatras dijeron a la corte en la audiencia original que Meiwes estaba perfectamente cuerdo, a pesar de estar profundamente obsesionado con el canibalismo desde la pubertad.
Sus abogados defensores argumentaron que su sentencia debía reducirse porque su insistencia en el asesinato consensual significaba que no era “un peligro para la sociedad”, aunque admitieron que estaría feliz de matar y comer a personas que querían suicidarse. Los fiscales argumentaron que Meiwes debió darse cuenta que Brandes estaba perturbado y debió cuestionar sus motivos para querer ser asesinado.
En 2007, Meiwes fue enviado de nuevo a juicio, donde recibió una condena de cadena perpetua. Actualmente sigue encerrado y se ha convertido en vegetariano.
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