El Crimen Sin Resolver que Desafió al FBI

Era el 24 de noviembre de 1971, víspera del Día de Acción de Gracias en Estados Unidos. Aquel día, los aeropuertos estaban llenos de viajeros ansiosos por reunirse con sus familias. Entre ellos, un hombre de aproximadamente 45 años, de porte elegante, vestido con un traje negro, corbata y gafas oscuras, ingresó al Aeropuerto Internacional de Portland todo parecía normal sin esperar el secuestro de D B Cooper

Se acercó al mostrador de Northwest Orient Airlines y, sin levantar sospechas, compró un boleto de ida con destino a Seattle, Washington. Pagó $20 dólares en efectivo, un detalle que en ese momento pasó desapercibido, pero que con el tiempo se convertiría en una pieza clave del misterio. En la lista de pasajeros, su nombre quedó registrado como Dan Cooper.

A las 14:50 horas, abordó el Vuelo 305, un Boeing 727 con 37 pasajeros y seis tripulantes. Eligió el asiento 18C, cerca de la parte trasera del avión. Poco después del despegue, llamó discretamente a una de las azafatas, Florence Schaffner, y le entregó un pequeño papel doblado.

Al principio, la joven pensó que se trataba de otro pasajero intentando flirtear con ella y guardó la nota sin leerla. Pero el hombre, con una expresión seria, le susurró:

«Señorita, mejor léala. Tengo una bomba.»

Florence, con el pulso acelerado, abrió la nota. En ella, Cooper había escrito con tinta negra que llevaba explosivos en su maletín y que daría instrucciones pronto. Nerviosa, se sentó junto a él y le pidió que le mostrara la bomba. Sin inmutarse, Cooper entreabrió su maletín, dejando a la vista un conjunto de cilindros rojos con cables y una batería.

Fue entonces cuando detalló sus exigencias:

  • $200,000 dólares en billetes no marcados
  • Cuatro paracaídas (dos principales y dos de reserva)
  • Un camión de combustible listo en Seattle para reabastecer el avión

Si no cumplían con sus demandas, haría estallar el avión en pleno vuelo.

Mientras tanto, el capitán William Scott y su tripulación informaron discretamente a la torre de control. El Vuelo 305 continuó su ruta sin alteraciones visibles, pero en tierra, el FBI y la aerolínea ya estaban movilizándose para cumplir con las exigencias de D.B. Cooper, sin imaginar que estaban a punto de enfrentarse a uno de los crímenes más enigmáticos de la historia. el caso de D.B. Cooper

La Gran Evasión

El Vuelo 305 aterrizó en el Aeropuerto Internacional de Seattle-Tacoma a las 17:39 horas. Afuera, el FBI ya tenía todo listo: una mochila con $200,000 dólares en billetes de $20 y cuatro paracaídas. Siguiendo las instrucciones de D.B. Cooper, los agentes no marcaron los billetes ni intentaron colocar rastreadores.

Tan pronto como el avión estuvo en tierra, Cooper permitió que 36 pasajeros y dos azafatas bajaran, dejando solo al piloto William Scott, el copiloto Bob Rataczak, el ingeniero de vuelo H.B. Anderson y la azafata Tina Mucklow. Luego, ordenó a la tripulación preparar el despegue con un nuevo rumbo: Ciudad de México.

Pero su plan tenía exigencias específicas:

  • Mantener el avión a 3,000 metros de altitud, mucho más bajo de lo habitual.
  • Volar a 160 nudos (unos 300 km/h), la velocidad mínima para evitar una pérdida de sustentación.
  • Mantener el tren de aterrizaje abajo y las luces de la cabina apagadas.
  • Que la compuerta trasera del avión permaneciera desbloqueada.

A las 19:40 horas, el Boeing 727 despegó de Seattle con rumbo sur. Cooper permaneció tranquilo, bebiendo whisky y fumando cigarrillos Raleigh. Cerca de las 20:00 horas, le pidió a Tina Mucklow que se encerrara en la cabina con el resto de la tripulación. Fue la última persona que lo vio con vida.

Aproximadamente a las 20:13 horas, mientras sobrevolaban el estado de Washington, los pilotos sintieron un cambio brusco en la presión del aire: la compuerta trasera se había abierto. Cooper había saltado en plena tormenta con su paracaídas y el dinero, desapareciendo en la oscuridad de la noche.

El avión continuó su ruta hasta Reno, Nevada, donde aterrizó a las 22:15 horas. Cuando los agentes del FBI entraron, encontraron la cabina vacía. No había rastro de Cooper, ni del dinero, ni del paracaídas.

Había burlado al FBI de una manera nunca antes vista.

Pero ¿sobrevivió a la caída o su cuerpo quedó enterrado en algún bosque remoto? El misterio de D.B. Cooper apenas comenzaba…

D.B. Cooper foto

El Enigma de D.B. Cooper

D.B. Cooper desafió al FBI, ejecutó el secuestro aéreo más audaz de la historia y desapareció sin dejar rastro. A pesar de una de las investigaciones más largas y costosas de la agencia, su identidad sigue siendo un misterio.

¿Logró aterrizar con éxito y empezar una nueva vida con su botín? O quizás el frío, la tormenta y la dificultad del salto sellaron su destino aquella noche?

Las teorías abundan: algunos creen que era un exmilitar con experiencia en paracaidismo, mientras que otros aseguran que murió en su caída y su cuerpo nunca fue encontrado. Incluso, décadas después, el hallazgo de algunos billetes enterrados en las orillas del río Columbia sigue alimentando las especulaciones.

El caso fue cerrado oficialmente en 2016, pero el mito de D.B. Cooper sigue vivo en la cultura popular. Películas, libros y teorías en internet han convertido su historia en una leyenda del crimen sin resolver.

¿Tú qué crees? ¿Sobrevivió y escapó con el dinero o su salto fue su sentencia de muerte.

También te puede interesar:

La Sombra Maldita: El Enigma Paranormal que Acecha en la Oscuridad

«Al igual que el misterio de D.B. Cooper, hay enigmas que desafían toda explicación. En este artículo, exploramos el caso de La Sombra Maldita, una presencia oscura que ha aterrorizado a quienes la han visto. ¿Fenómeno paranormal o simple sugestión? Descúbrelo aquí.»